El ex goleador ambateño aún mantiene el sentido del humor que lo distinguía en los camerinos de Liga de Quito.
El blanco de sus bromas ya no son Eduardo Hurtado, Juan Elio Guamán, Nixon Carcelén... quienes alinearon junto a él en 1997 o 1998.
Ahora Patricio Hurtado, de 38 años, reta a los juveniles de UTE, un equipo de la Segunda categoría de Pichincha.
“¡Los dirigentes llegaron, vengan para reclamar los premios¡”, exclama. Los futbolistas, la mayoría juveniles, saben que el plantel no entrega estímulos económicos y sonríen sin recelo.
Los 26 muchachos, que se entrenan en el estadio de la Liga Cantonal de Nayón, se acostumbraron desde hace dos años al ‘Pato gol’, como era conocido cuando tenía vigencia goleadora en El Nacional, Liga y la Tricolor.
UTE lo sacó del anonimato en el 2006 y lo contrató para que se convirtiera en el goleador. El objetivo se cumplió apenas: ese año terminó como el tercer artillero del torneo y el equipo se quedó en la fase previa a los ‘play off’.
El año pasado fue distinto. Hurtado y su equipo cumplieron una campaña discreta y el delantero optó por retirarse del fútbol.
Alejandro Gutiérrez, directivo del cuadro universitario, le pidió que se quedara. Hurtado aceptó y hoy es el asistente. “Era importante para el grupo. Además, le ofrecimos una beca universitaria”.
Sus pupilos lo respetan y le tienen confianza. Así lo confirma Tyson Macías, quien es uno de los atacantes titulares del plantel. “Lo conocemos como jugador y como entrenador. Es un buen tipo”.
El ambateño intenta adaptarse a su nueva faceta. Pero no es su único trabajo. También administra una ferretería en Píllaro, donde nació, y un local de promoción de vestimenta, en la capital.
Pero pocos conocen que, además, trabaja en LDU. Retornó al conjunto -donde conquistó los títulos locales de 1998 y 1999 - en enero de este año.
Es uno de los entrenadores de las juveniles. En las tardes, dirige a los Sub 14. A ese puesto llegó por casualidad. José Romanelli, un cazatalentos albo, lo encontró en febrero del año pasado en la Liga El Morán, al norte de Quito.
“Fui a ver a un muchacho talentoso (Diego Hurtado) y resultó que era el hijo del Pato”. Entonces, vio a Hurtado en las gradas y le sugirió que asumiera el cargo. “Cumplía el perfil indicado y, además, es uno de los jugadores queridos por la hinchada”.
Pero Hurtado solo estuvo tres meses. “Es preferible omitir porque duró poco tiempo”, afirma Bolívar Moreano, directivo.
Este año, sin embargo, regresó. “Es diferente cuando juegas, pero acá intentas transmitir tus conocimientos”. Además, UTE le ofreció una beca. Hurtado ya piensa en estudiar Relaciones Humanas.
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